Trabajar para el patriarcado de más rancio abolengo

*audio no real, veu distorsionada

Cuando trabajas para señoros solo lo haces para convertirte en sus manos (o eso creen). Tu opinión no cuenta, aunque tengas estudios, aunque seas experta en el tema, aunque quieras mejorar su empresa… ¡NO TIENES PENE! Tienes que hacer las tareas para las que te han contratado, pero sin pensar (para eso no te han contratado, para eso están ellos y sus cojones morenos).

Sus miradas te atraviesan, pues eres invisible y si te atreves a interrumpir su sabia disertación sobre cualquier tema (porque tener pene les otorga el don de la omnisciencia) tus palabras no van a ser escuchadas. Te mirarán como diciendo “oh! Ha hablado, qué desfachatez...” pero no se van a permitir el lujo de responderte, harán ver que no han oído nada. Y así un día tras otro…

Yo estoy contratada como administrativa (una mujer no puede optar a otro puesto, como es lógico, tener coño nos priva de inteligencia, como ya sabréis… Perdón, me olvidaba, hay otras opciones: limpieza, cocina y lavandería), aunque llevo la comunicación, la gestión de la biblioteca y el archivo histórico. Tareas para las que he tenido que estudiar una carrera y que no se reflejan en mi categoría salarial, ni en mi nómina, ni en mi contrato.

Soportar esto cada día es como la gota malaya. Cada gesto, cada explicación condescendiente y paternalista, cada silencio te va calando poco a poco hasta que o pones freno o te frena. No conozco lo que cobran los compañeros con pene, pero no me sorprendería que hubiera brecha salarial. Es más, me juego el cuello a que la hay.

Llevo aquí 5 años, he tenido 3 contratos diferentes y cada curso he tenido un sueldo diferente, que nunca ha llegado a ser de jornada completa… ¿Cómo se vive así? ¿Cómo se proyecta una hacia el futuro? Tener un hogar estable, hijos, irte de vacaciones, comprarte un sofá o estudiar algo… es prácticamente imposible si no sabes si este septiembre podrás llenar la nevera…

Trabajar así te mata por dentro, pero también enciende la rabia (por lo menos a mí, todas mis compañeras deben estar ciegas o lo parece…) y de esa rabia, y de las cenizas que deje a mi paso, renaceré lejos de aquí mucho más fuerte y sin tener que rebajarme ante nadie por un mísero sueldo que a duras penas me paga el alquiler.